El mayor anhelo del ser
humano.
Tanto hombres como
mujeres buscan lo mismo: amor.
Desde niña siempre había sido alguien con
muchos sueños e ilusiones, alguien que siempre vive metido en su mundo en donde
todo es teñido de maravillosos colores, todos brillantes y vivos, distintas
texturas y formas, seguía siendo lo mismo: amor. Toda persona siempre desea con
encontrar a su ser amado, y estar siempre juntos… Puede sonar muy tonto o cursi
para algunos, pero realmente todos profundamente desean ser amados.
Como todo ser humano, esa niña tenía que
crecer, había cambiado a como era en muchos aspectos, las situaciones a veces
nos obligan a cambiar, a veces simplemente al crecer vamos cambiando lo que
pensamos acerca de muchas cosas y tomamos nuevas ideas, así es como es el
desarrollo del ser humano.
Sin embargo había quedado algo que guardaba desde
que era niña, la unión de sus sueños e ilusiones: el ser amado. Aunque ya no
era la misma que una vez fue, había pasado por muchos problemas los cuales
nadie conocía, porque estaban dentro de ella. Era de las personas que no
hablaban de sus problemas, aquellos quienes se guardan todo y no confían en
nadie, ese era el tipo de persona que era.
“¿Cómo
querías que te ayudara si tu no me dices que es lo que te preocupa?, nadie va a
hacer nada por ti si tu no haces nada por ti misma”
Con una edad de 14 años, como toda persona
curiosa, amaba los temas acerca de la espiritualidad, los espíritus y todo
aquello desconocido. Nunca fue una persona que no creía ya que había sido
testigo de muchas cosas y menos después de lo que había vivido… por ahí hay un
dicho: “la curiosidad mato al gato”, más este gato había sido salvado por
alguien en quien no tenía mucha fe ni creencia, por Dios. “Él me había salvado…
tal vez creía en el, pero no me metía en esos temas, siempre había detestado la
religión y la iglesia, ya que… no confiaba en nadie. Como creer en esas
personas que solo iban por quedar bien con los demás, que solo iban para
librarse de sus pecados y salir y seguir cometiendo los mismos errores…” El
hecho de que Dios la haya salvado no la haría creyente de esas personas, de la
religión, ni de la iglesia, pero sin darse cuenta el se había convertido en
alguien muy importante para ella… la había salvado de un gran peligro y
agradecida, y tranquilizada de su angustia se había acercado mucho a él.
Había cambiado, completamente, lo que antes
era un profundo dolor ahora era una enorme alegría, todo lo que malo que había
dentro de ella había sido reemplazado, se sentía tan dichosa y feliz. Dios le
había mostrado muchas cosas maravillosas, le había enseñado a perdonar, a no
juzgar, a ser fuerte… El nunca le exigió nada, lo único era que fuera feliz. A
quien veía como un Dios ahora podía verlo como un Padre, como un hermano, como
un héroe… todo era perfecto, más todavía faltaba una pieza a esta persona, y
esa era el amor. Podía ser feliz, podía muchas cosas más, pero no podía amar…
El tiempo que había estado encerrada en sí misma le había dado la condena de un
enorme caparazón en su corazón, y eso era una enorme carga.
Sabía perfectamente que no podía abrir su
corazón, ¿era miedo? Podía sentir a Dios profundamente dentro de su ser, pero
no podía sentir a nadie más… No era de los que decían que nadie los quería, no
era esa clase de persona, estaba consciente que su familia la amaba, de que
habían personas que la amaban, pero ella… no podía sentir ese amor. ¿Los
abrazos tienen significado alguno? No podía encontrar nada de eso…
Estando consciente del amor de su Dios, aún
así estaba desesperada… necesitaba “sentir” algo, necesitaba ser amada, ¿por
qué no podía destruir ese caparazón? Pasando tiempo, cayó en desesperación y
para no sentir ese vacío “había creado un ser imaginario dentro de ella”, era
lo que decía, un ser capaz de darme lo que no puedo sentir, ya que… además de
no sentir el amor de los demás, ella no sentía amor ni respeto por sí misma,
“no odio a nadie, no hay algo que deteste, pero… ¿por qué? Porque me odio
tanto…?” Ese “ser” era lo poco que podría tomar de amor hacía ella, ese ser
sería la representación del amor que se tiene a ella misma, aunque sea muy poco…
Entonces comenzó a imaginarse a ese ser
dentro de ella, en el mundo dentro del espíritu de cada ser humano, visitaba a
Yumu, así era como lo había llamado, tenía un color de piel tan blanca como la
nieve, pero con un tono pálido, era de un color tan extraño… su ojo derecho era
azul, mientras que el izquierdo era rojo, su cabello blanco como él, y parecía
utilizar un extraño kimono, nada en el era normal, pero… por qué tenía que
serlo? Después de todo no era nada más que una ilusión, algo que ella sabía.
A pesar de su extraña forma de hacer las
cosas, Dios para ella seguía siendo lo más importante, Yumu era solo una
ilusión para tratar de sobrevivir a esta manera de ser. Yumu solo era eso.
Transcurrió el tiempo y comenzó a tener unos sueños extraños en los que veía a
un ser parecido a ella, era un chico… un chico con cabello largo, completamente
liso, que tenía un aspecto delgado, “lo había visto, todo estaba color azul, y
el recostado y dormido en una cama, estaba desnudo pero cubierto casi por
completo de una sábana blanca… se parecía a mí.”
Tratando
de dejar deberes y preocupaciones a un lado, sentía que alguien le hablaba,
escuchaba una voz y esta era la que ella siempre había imaginado de Yumu… creía
que ya estaba alucinando, a pesar de ser una persona que vivía de ilusiones
sabía que todo era un simple juego, le gustaba también vivir la realidad, era
inteligente y siempre trataba de tener la mente abierta con respecto a
cualquier tema determinado. Trato de evadir esa voz, hasta que un día apareció…
Regresaba a casa, hacía un gran frío y la
oscuridad se apoderaba del lugar, pasando por la iglesia le pareció ver una
silueta, después de todo, es normal que haya personas en la calle no? Hasta
que… siguiendo su camino paso por de lado de aquella persona sin siquiera
voltear a verla, hasta que hablo, y dijo: “¿Qué estás haciendo?”. Esa voz…
definitivamente conocía esa voz, después de todo ¿no era ella quien la había
imaginado?
Cuando volteo, creo que ni siquiera podía
escuchar el sonido de las cosas que había comprado caer… “Definitivamente debo
dejar de ver tantos programas…” Eso fue lo que pensó pero lo que tenía frente a
ella, ¿acaso también era una ilusión?
- Minamiya Yumu… ¿Ese es mi nombre no? No
tienes por qué temer, no soy una ilusión – Se había quedado sin palabras y
después de parpadear como treinta veces, pellizcarse unas diez y darle unos
cuantos golpes al chico, trato de asimilar que no era una ilusión, pero a pesar
de parecer una psicópata viviente de ilusiones era una persona muy escéptica.
- Hmm… ¿Disculpa…? – No podría llegar a creer
que una tonta ilusión que creo llegara a ser real o sí?!
- No me digas que no sabes quién soy, tampoco
que soy una ilusión, y mucho menos una tonta ilusión, ¿eso es muy cruel no
crees? Para empezar quiero decirte que yo sé todo, absolutamente todo de ti,
después de todo vivo en tu interior ¿verdad? Aunque en estos momentos no esté
ahí estoy conectado a ti. – Siguió sin asimilar lo que dijo.
- Bueno… ¡tengo que irme! Es tarde y ya paso mucho
tiempo, no quiero que mis papas se preocupen, con tu permiso. – La chica lo
pasó completamente por alto, dio la vuelta y se fue lo más rápido que pudo.
- Bueno, poco a poco lo entenderás – Dicho esto
pareció convertirse en una sombra y regreso a su interior dejando en ella una
extraña sensación.
En un
parpadear de ojos un año había pasado, había aceptado la existencia, por así
decir de Yumu, era un gran compañero, siempre la escuchaba, la comprendía y se
llevaban bien, pero más que una relación de “estoy feliz de verte de nuevo” y
de espera por estar juntos era más bien algo tan habitual como el pensamiento
individual, ya no era algo nuevo y maravilloso, sino algo normal y la chica
llego a darse cuenta de que su alcance mental era como el de ella, sus mentes
en una sola, no tenía más conocimiento que el suyo, pero su condición y alcance
físico no tenía limite… podía hacer cosas que un humano no podría, si perdía un
brazo, podía regenerarlo, aunque fuese cortado en pedazos, no era un molestia
para él, solo regresaba a su forma original, y al igual los distintos aspectos
físicos estaban a su alcance, era rápido y fuerte, las armas no le hacían daño,
fue lo que pudo comprobar en ese entonces, ya que después se dio cuenta de más de
las sorpresas que Yumu tenía guardadas.
Podía escuchar un escandaloso ruido a lo
lejos. Caminaba pacíficamente por la cuidad, tratando de buscar tranquilidad a
un típico día difícil, la oscuridad del lugar era mayor a lo habitual, pero aun
así trataba de no tener miedo de caminar por esos rumbos sombríos.
- ¡Oye tú! – La agresividad de aquella voz la
sorprendió por un momento. Siguió caminando sin voltear atrás, tenía miedo de
lo que sus ojos podrían llegar a ver si cambiaba de opinión. Aquella voz podía
escucharse todavía, incrementando cada vez más su tono mientras que ella
aumentaba la velocidad conforme lo oía, con la cabeza agachada y los ojos
fuertemente cerrados debido al miedo chocó contra un poste. – Te tengo.
En aquel momento la chica no supo cómo
reaccionar, ni que hacer, y miles de pensamientos pasaban por su mente con solo
finales negativos a lo que vendría después.
Ahora,
creo que solo puede recordar el sentimiento de angustia que quedo en
ella después de haber escuchado los quejidos de aquél hombre que la perseguía,
al momento de girarse vio a Yumu cubierto por su sangre, fue más que aterrador,
nunca se había imaginado una asesina y a pesar de no haberle ordenado nada a
Yumu y no haberlo hecho con sus propias manos, su conciencia cargaba con
aquella gran culpa. ¿Ahora qué haría? No tardaría en llegar la policía por el
escándalo ocurrido al momento del asesinato, sus piernas no respondían…
- ¿Acaso vas a seguir perdiendo el tiempo ahí
parada? – Escucho una voz que de alguna manera le resulto algo familiar, y para
su sorpresa cuando volteo, su mirada se encontró con la un hombre que compartía
su mismo rostro. El impacto de lo sucedido impidió que palabra alguna saliera
de su boca. – Ryota, ¿de verdad crees que esta cosa te servirá de algo?
- Te aseguro que si dejamos que ellos se queden
con esta arma estaremos perdidos.
- No creo que eso ocurra mientras me tengas a
mí, y bueno también están esa bestia horrible y el gran mentiroso - Su voz delataba un gran tono sarcástico.
- ¿Minami verdad?, tengo que hablar contigo.
Después de aquél incidente los policías
llegaron y de alguna extraña forma aquél misterioso hombre pudo dejar todo en
paz, ¿Quiénes eran para que los policías no les hicieran nada? Y más después de
ver el cuerpo destruido de una forma tan horrible.
El hombre le explico sus situación, le dijo
que aquella criatura extraña, como ellos llamaban a Yumu, podría ser de gran
utilizada en la organización en la cual trabajaban, le hablo de todo esto y le
dijo que le gustaría que trabajara para él, ella dudaba un poco, pero aquél
hombre a pesar de la extrañez de la situación, demostraba ser una persona de
aquellas que inspiraban gran confianza, así que al final la respuesta de la
chica influida por la amabilidad de aquél hombre, fue un sí.
- ¿Por qué puedo ver la belleza en ti que no
encuentro en mí, a pesar de que somos iguales? – Eso fue lo último que escucho
del chico cuyo rostro era igual al de ella. ¿Acaso podía saber qué era lo que
pensaba?
Ahora, aunque ellos no se dieran cuenta, la
caja se había completado.
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